Durante ocho inolvidables días, los pasajeros de dos lujosos yates que visitaron la Región de Magallanes este verano -venían de la Antártica y se dirigían a Centroamérica en el marco de una vuelta al mundo- pudieron disfrutar de impresionantes atractivos turísticos de difícil acceso, con el apoyo de Rotortec.

Los ventisqueros Pía Este y Garibaldi fueron los primeros lugares de nuestro país visitados por los pasajeros de las embarcaciones de lujo que, en enero de 2025, llegaron a la Patagonia para disfrutar de sus inigualables paisajes naturales. Partieron en Punta Arenas, de allí pasaron a la Bahía de San Isidro, cerca de Cabo Froward -el punto más austral de la masa continental de América, en el estrecho de Magallanes- y desde ese lugar se dirigieron hacia el sur, al Canal Beagle.

Después retrocedieron, para llegar al sector del seno Ocasión, cerca del canal Brecknock -la parte más occidental del canal Beagle-, continuaron por el Canal de Magdalena e ingresaron a los senos Martínez y Ortini. Continuaron por el estrecho de Magallanes y entraron al canal Smith, para navegar el paso Summer, el paso Shoal y llegar a la Bahía Isthmus, donde se detuvieron. Siguieron hacia el norte para entrar al Estero de las Montañas, luego por el canal Santa María y la Angostura White, hasta Puerto Natales.
El rol de Rotortec
Todo este impresionante trayecto estuvo acompañado del helicóptero conducido por Francisco Fluxa, piloto de Rotortec. La agencia de viajes que operó el recorrido había solicitado una aeronave que pudiera aterrizar en el agua de manera segura en caso de emergencia “En Rotortec contamos con equipos de flotación de emergencia SAFRAN certificados para el H125, ” destacó Fluxá, quien junto al Supervisor de Mantenimiento, Francisco Peña, constituyeron el equipo que acompañó y aseguró todo el periplo.
Carlos Fiedler, ex oficial de la Armada de Chile, fue el encargado de planificar el viaje, asesorando al capitán, pues hoy se desempeña como práctico de canales, es decir, el profesional autorizado por la autoridad marítima nacional para implementar las navegaciones de buques extranjeros en aguas interiores chilenas.

Especializado en navegación naval, Carlos también tiene experiencia de vuelo en la marina donde durante más de veinte años condujo helicópteros, participando en muchas operaciones de la zona austral. Cuenta que es complicado aterrizar y despegar de una plataforma que, en realidad, es una cubierta sobre un yate, “No es tierra, se mueve. Además, los viajes aéreos que se realizan en el sector austral de Chile tienen riesgos asociados a la meteorología, hay muchos cambios durante el día, corrientes de aire, vientos fuertes y turbulencias que reducen la visibilidad”, explica.
Además, para realizar estos vuelos desde el buque hacia los sectores del interés, tales como glaciares, canales y otros, tiene que haber una coordinación estrecha y planificada entre helicóptero y buque; Carlos indica que “adoptaron procedimientos de nivel mundial”, con un equipo que actúa como bomberos en caso de accidentes, un bote en agua y un muy delicado manejo de combustibles, entre otros.
“Para que un vuelo llegue a su término tiene que tener una excelente planificación y yo vi un trabajo mancomunado entre la dotación del helicóptero -Francisco y su mecánico- y el buque” detalla Fiedler. Además, por las complejidades de este tipo de vuelos, deben ser autorizados por la Dirección General de Aeronáutica Civil, DGAC, institución a cargo del control del espacio aéreo, y por la autoridad marítima, cosa que se hizo.
“Pude observar con mucha satisfacción y orgullo que se ejecutaron operaciones impecables. Esto no es algo común, son pocos los buques civiles que tienen plataformas de cubiertas de vuelo, pues es una tarea más propia de la armada, en sus unidades de combate o de helicópteros que hacen rescates marítimos”, concluye el especialista.